viernes, 23 de marzo de 2012

Mercaderes




      

Es normal que cuando llueve, la gente tienda a buscar paraguas para protegerse de la lluvia. Y es normal que en tiempos de mucha lluvia, los vendedores de paraguas hagan su agosto a costa de los peatones que compran paraguas porque temen mojarse y resfriarse. Normal , ¿No?
Pero si siempre han existido vendedores de paraguas que hacen su gran negocio en épocas de mucha lluvia y vendedores de humo que pasan la prueba de la navaja de Ockam, parece que últimamente proliferan los vendedores de miedo. Son los que parecen estar dominando en estos tiempos tan difíciles que nos está tocando vivir. Son los que de verdad están haciendo su agosto, discretamente protegidos por un inmenso ejército mediático incondicional a su servicio.
¿Y qué ocurrirá? Que posiblemente llegue un día en que pregonarán, como decía el personaje de Dostoievski en "Los Hermanos Karamazov": "... Cuando les apriete la necesidad, habrá que darles un trozo de pan; y entonces se alegrarán de verse otra vez conducidos como un rebaño y libres de la pesada carga de la libertad, porque ellos depositan su libertad a nuestros pies, a cambio de que nosotros les demos seguridad..."

sábado, 25 de febrero de 2012

De cuando siete prevaricadores condenaron a un juez

   En este país, parece que hay un cierto afán por parte de algunos sectores interesados de la judicatura, en considerar las sentencias judiciales como una especie de irrebatible dogma de fe similar a cuando el papa habla ex-cátedra para los católicos, que debemos aceptar y acatar sumisamente como si fuesen de inspiración divina.  Pero una sentencia judicial no deja de ser el  resultado de una acción humana, y como tal sujeta no solo a errores, sino a decisiones  inducidas o influidas  por resentimientos, envidias o ánimo de venganza.


                             
  La sentencia 79/2012 de la Sala de lo Penal del Tribual Supremo, por la que se condena a Baltasar Garzón a once años de inhabilitación, es un caso de fragante divorcio entre lo legal y lo justo, que ha provocado la indignación de la mayoría de los ciudadanos de este país, e incluso en otros países,  produciendo  un indudable desprestigio de nuestra  justicia.

  Podemos admitir, como dicen algunos juristas, que Garzón no sea un buen instructor. Vale. Podemos admitir, que tiene un ego muy desarrollado. Vale. Podemos admitir, que haya pisado algunos callos. Vale. Pero de eso, a perseguirle con ensañamiento y promover tres juicos casi simultáneos en el Tribunal Supremo, en lo que se interpreta mayoritariamente como un linchamiento moral, va un abismo.

  A la mayoría de los ciudadanos no le pasa desapercibido el hecho de que el juez ha sido condenado, mientras los delincuentes y políticos corruptos imputados por él brindaban con champán, como muy gráficamente intuyo quería decir su hija María en una carta a la prensa. Ni dejan de pensar que en este caso no se ha hecho Justicia en sentido abstracto,  ético y ponderado, sino que se ha utilizado la Ley de forma torticera  para aniquilar al Juez que más ha hecho por España en el frente de los derechos humanos.  Y eso lo dijo bien  alto y claro un ex-fiscal anticorrupción de este país:  "El Tribunal Supremo es una casta de burócratas al servicio de la venganza y arrodillados ante la corrupción".

   No se quedan atrás los comentarios de prestigiosos juristas,  intelectuales y periodistas:
 "... es un escándalo internacional que el primer condenado por un caso de corrupción sea el juez que lo investigó, mientras los corruptos  eluden sus responsabilidades con fianzas millonarias"(Inés Sabanés).  "".. el mayor golpe a la democracia española,  es obra de una mayoría de jueces del Supremo,  en una parodia de juicio más propia de un sainete que de un país civilizado", ( Juan Goytisolo).  "... un día triste para la historia de la Justicia española",  (Juan Fernández del Torco).  "..repugna el doble rasero, y las presunciones de prepotencia, acoso y venganza que trascienden la condena de Garzón", ( Guillermo García Alcalde). "...se está santificando la utilización del Estado de derecho para blindar la delincuencia de alto vuelo" (Mercedes Gallizo). "La justicia no ha hecho su transición, y continúa siendo un poder retrógrado e  indigno de confianza" (Javier Cercas).

   Le denegación sistemática de pruebas solicitadas por la defensa;  el agravio comparativo con la "doctrina Botín"; la increíble celeridad del Juez Varela en dictar resoluciones  que perjudicaran al Juez  en contextos ajenos al propio procedimiento; la discriminación de imputar a Garzón cuyas actuaciones fueron avaladas por la fiscalía, la policía, un magistrado  y otro juez;  la coincidencia de tres procedimientos en el plazo de veinte días creando un clima social de culpabilidad, y lo que parece una utilización y coordinación de los tiempos, de la forma más perjudicial para el acusado, contribuyen a crear entre los ciudadanos la sensación de que este caso coadyuva  al desprestigio de la Justicia en España, porque prima el deseo de venganza y de destrucción del enemigo político, aplicando de la forma más estricta la norma lesiva para el ciudadano honrado y de la forma más beneficiosa para proteger al delincuente. Y eso no solo lo pienso yo, sino que lo  piensan las dos terceras partes de los españoles.

    Me viene a la memoria mi época de estudiante, cuando un compañero que fue procesado por el Tribunal de Orden Público de la Dictadura por un delito de opinión,  le dijo  a los que le juzgaban:  "Si  este Tribunal representa a la Justicia de este país, para cualquier honesto ciudadano es un honor estar sentado en el banquillo de los acusados".

miércoles, 4 de enero de 2012

LA FOTO DEL AÑO

Si yo participase en una votación para elegir la foto del año 2011, posiblemente votaría por la foto de portada de un semanario de un periódico nacional, en la que posan tres jóvenes del movimiento 15M en la Puerta del Sol, con una pancarta que dice: "No es una crisis, es una estafa".

Y aquí volvería a recordar aquel principio de la termodinámica que dice que "la energía no se crea ni se destruye, se transforma", que aplicado a la macroeconomía podría burdamente traducirse como "el dinero no desaparece, cambia de manos".
Nos anuncian una brutal subida de impuestos y el recorte de gastos más duro de la democracia, porque hay que rebajar el déficit público al precio que sea, ya que con la prima de riesgo a los niveles que está, supone una verdadera sangría para el país.  Y esto no es sino "el inicio del inicio", que decía la portavoz del Gobierno.  Aún así, el presupuesto para hacer frente al servicio de la deuda del Reino de España es superior a la suma de los presupuestos del Estado para Defensa, Sanidad (La parte estatal), Educación, Cultura, Agricultura, Industria y Obras Públicas.
De cualquier forma, ¿Quién soporta la mayor parte de la carga fiscal? Con la modificación aprobada recientemente, el ciudadano que tenga una renta de trabajo de 35.000,-€ en un año, tributa al 40,%. Pero el ciudadano que tiene una SICAV de cien millones de euros y obtiene en un año un beneficio de cuatro millones sólo tributa al uno por ciento. Paradojas fiscales, podríamos decir.
Resumiendo, que tenemos que pagar más impuestos y cobrar menos, porque hay que pagar la deuda del Reino de España y los intereses de esa deuda. Pero aquí viene la pregunta del millón:  si a todos nosotros nos gravan con más impuestos para poder pagar los intereses y la amortización de esa deuda en el plazo impuesto por Don Mercado, alguien cobrará esos intereses, ¿No? Por supuesto ¿Pero quién...?
Valga un ejemplo: se construye un aeropuerto en Castellón que ha costado unos doscientos millones de euros por el capricho de un político. Se inaugura el aeropuerto para hacerse la foto y que la gente pueda pasear por las pistas, pero no hay aviones. El aeropuerto no es operativo. No pueden aterrizar aviones. Luego se contrata un servicio de seguridad privada, que se entretienen en matar conejos, porque como el aeropuerto está cerrado y vallado y no pueden entrar perros ni cazadores, los conejos se han convertido en plaga que corretean por las pistas y terrenos aledaños. Esta seguridad cuesta unos cinco millones de euros al año.  Alucinante, ¿No?
No cabe duda de que los proyectos, obras y servicios relacionados con la construcción de este aeropuerto, habrán contribuido a enriquecer a algunos, y hasta es posible que algún amigo haya recibido un trato de favor en esos contratos.  Por otra parte, ese político en cuestión está imputado en un procedimiento judicial pendiente de apertura de juicio oral, en el que la acusación particular solicita quince años de cárcel.  Pero al margen del resultado de ese procedimiento judicial, el hecho es que se ha construido un aeropuerto inútil e innecesario según algunos, que ha costado unos doscientos millones de euros y que ahora hay que pagar con los correspondientes intereses, que con la prima de riesgo en los niveles actuales, suponen de ocho a diez millones anuales de intereses. Pero... ¿Y quien cobra esos intereses?
Dicen que Europa nos obliga a reducir el déficit. ¿Pero quién es Europa? Los que queríamos una Europa social dirigida por los pueblos, nos encontramos con una Europa antisocial bajo la tutela de Don Mercado. Es lo que hay. Unión monetaria sin convergencia social ni fiscal. Un fracaso anunciado y previsto, que beneficia a algunos y perjudica a muchísimos. En los diez primeros años del euro, el precio de la cesta de la compra ha aumentado en España un 48,% mientras los salarios aumentaban un 13,7 % de media. Redistribución de la renta inversa, podríamos decir. La venta de automóviles de gama media y utilitarios baja un treinta y cinco por ciento, mientras la venta de automóviles de lujo aumenta en la misma proporción. Ejemplos así, a miles.
Y a todas estas, "este país está enladrillado, y el desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será".  Los bancos asfixiados bajo el peso del  hormigón y la morosidad,  y con los grifos del crédito al consumo y pequeñas empresas casi cerrados. Pero hay que reducir el déficit y pagar la deuda soberana...  y la no soberana. Así lo asumen los principales mandatarios de Europa y América,  porque Don Mercado en momentos de máxima incertidumbre, lo que quiere de verdad es recuperar su inversión aunque lo disimule hablando de estabilidad, control del déficit, austeridad y transparencia...
A Don Mercado lo que le preocupa realmente es cobrar los intereses de su deuda, y acelerar la amortización ante el panorama de incertidumbre que se presenta. No le preocupa que aumente el paro, que haya recesión, que aumenten las desigualdades sociales. No. Don Mercado lo que quiere es ganar más, a costa de lo que sea.  Y para eso tiene como rehenes a Sarkozy, Merkel, Cameron, Rajoy,  (Y antes a Zapatero), Obama...
Por eso yo creo que la foto con la leyenda de "Esto no es una crisis, esto es una estafa", podría ser la foto del año.  Y la otra foto del año, podría ser la de Don Mercado.  Pero esta sí que es realmente difícil de conseguir.